Ayer mientras pensaba en terminar esta entrada para poderla compartir con todos vosotros, me vino a mi mente una frase dicha por un persona querida y familiar para algunos que visitan y participan en esta bitácora, para quienes no la han escuchado, dice así: hemos cambiado, pero no hemos cambiado lo suficiente.

Debemos seguir trabajando, mirando hacia adelante, aprendiendo de nuestra historia, de nuestro pasado de nuestro presente, aportando siempre lo mejor de nosotros, de nuestro corazón y de nuestra alma, porque solamente cuando seamos consciente de esto podremos cambiar, aportar mas y mejores cambios.

Dando pequeños pasos, pero seguros y firmes, sabedores y conocedores de todo aquello que no funciona de todo aquello que debe ser modificado, con constancia y perseverancia, sin prisa pero sin pausa.

La entrada que complementa a mi comentario, a mi reflexión, es una ley vigente, en un país vigentes, muy injusta para muchos, pero se sigue llevando a la teoría. De la misma manera a continuación os pego otra imagen de una mujer en su puesto de trabajo, me hubiera gustado copiaros la fotografía original que salió ayer en un artículo de la revista xl semanal, pero por motivos que desconozco no he podido encontrar el artículo en la página de la web.



NADJA ALI GAYT (39 AÑOS)

Consejera del Centro de Educación para Mujeres rurales, dependiente del Ministerio de Agricultura, en el distrito de Manakha. En el Yemen, las mujeres no pueden salir a la calle sin, por lo menos, el hijab (pañuelo), pero el Gobierno ha instaurado una cuota del 15 por ciento de puestos públicos para la mujer. Gana 110 euros al mes.

Me siento orgullosa de ser mujer, de vivir en un país donde tenemos libertad, donde somos entendidas, respetadas, tenidas en consideración y donde disponemos de unas leyes que nos amparan, pero esta entrada de hoy me ha hecho reflexionar, me ha hecho meditar en cuanto debemos seguir aportando por ese cambio, ese cambio no ya en nuestra sociedad, sino ese cambio mundial, ese cambio que tantas y tantas personas están demandando y necesitan.

Os dejo que sigáis leyendo la entrada de la misma manera que una vez más me gustaría leer vuestros comentarios, porque creo que en el diálogo, en el intercambio de pareceres, también podemos contribuir y buscar soluciones para seguir avanzando en busca de lograr ese mundo igualitario, por y para todos, porque podemos, debemos y nos lo merecemos.

¿SÓN JUSTAS NUESTRAS LEYES EN NUESTRO MUNDO?

¿QUEREMOS LA LEY DEL OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE?

¿ESTAMOS PREPARADOS PARA LA IGUALDAD EN EL MUNDO?

La entrada de hoy es un tanto especial, os he copiado varias leyes que se aplican en Arabia Saudí, os dejo a vuestro criterio a ver que os parecen para mí espeluznantes, además que se mezclan principios que para mí criterio están trasgiversados, pero lo dejo a vuestro propio criterio, a que deduzcáis vuestras propias conclusiones.

DELITOS DE HUDUD

Entre los delitos Hudud figuran robar, beber alcohol, difamar el Islam y cometer fornicación o adulterio.
Las personas halladas culpables de robo son condenadas a pagar multas, a penas de prisión o la amputación de la mano derecha (y si ésta ya ha sido amputada antes, la izquierda).
Las personas halladas culpables de beber alcohol, o de su compra o venta, de esnifar o inyectarse drogas o de promover su consumo entre las masas, serán condenadas a recibir ochenta latigazos.
Las personas halladas culpables de difamar el Islam serán condenadas según las circunstancias, dependiendo la gravedad de la pena del hecho de que los acusados sean o no sean musulmanes. Las penas, por lo general, son de flagelación.
Las personas halladas culpables de fornicación son condenadas a la flagelación. A los hombres se les azota de pie y a las mujeres, sentadas. Se protegen las caras, cabezas y órganos vitales de los reos. El número de latigazos suele ser cuarenta, aunque puede variar según las circunstancias.
El más grave de los delitos es el adulterio. Si la persona culpable, hombre o muer, está cansada, será condenada a muerte por lapidación, disparo de arma o decapitación. La lapidación es el método de castigo más frecuente. La prueba de este delito debe ser obtenida por confesión en juicio o por cuatro testigos de la acción.

DELITOS DE QUISAS.

En los casos de personas halladas culpables de delitos contra otras personas, éstas o sus familias tendrán el derecho a desquitarse. La condena la decide en privado la familia, y la pena se ejecuta también en privado. Si se ha cometido un asesinato, el o los ofendidos tiene derecho a matar al asesino del modo en que éste mató a su ser querido, o de cualquier otro modo que elijan.
Si un miembro de la familia resultó muerto por accidente ( por ejemplo, de circulación), la familia del muerto podrá cobrar el llamado "dinero de sangre". En el pasado ese "dinero de sangre" se podía pagar con camellos; hoy su importe se calcula en moneda legal. Existen tarifas de daños, de acuerdo con las circunstancias: los pagos varían de 120.000 a 300.000 riyales (45.000 a 80.000 dólares). Si resulta muerta una mujer, la tarifa será la mitad que la del hombre.
Si alguien mutila a otro, el mutilado o su familia podrán cometer la misma mutilación sobre la persona del culpable.